viernes, 4 de mayo de 2012

Algunas peripecias de la Brigada Poética



DURANTE el apagón, distribuyeron miles de poemas para que se iluminasen los transeúntes.



LA Brigada Poética ha comenzado el reparto gratuito de gafas de aumento en forma de pareado para posibilitar una nueva mirada crítica y poética de la realidad.



SE adentraron en la farmacia, adormecieron a la propietaria con un soneto gongorino y comenzaron a despachar alegremente poemas empaquetados en pequeñas cajitas por recetas. Espronceda, Machado y Parra fueron los remedios más solicitados. Ante las consultas imprevistas, siempre tenían una greguería a mano.



PARA limpiar las legañas y desperezar bien los ojos por la mañana, la Brigada Poética restriega con energía poemas de Margaret Atwood sobre los rostros de los usuarios del Metro.



LA Brigada Poética colectivizó la fábrica. Cuando los empresarios y el gobierno cortaron el suministro de energía, ellos comenzaron a alimentar las máquinas con los poemas de Ted Hughes. No había aparato que no se cargase de electricidad al oírlos.



A media mañana, para recuperar energías, mejor que un café y un croissant o un solysombra, poemas de Mahmud Darwish a la plancha.



A cada embarazada que ven pasar por la calle, la Brigada Poética recita a su barriga poemas de Octavio Paz y Eugenio Montale. Quieren así acallar el ruido de coches, electrodomésticos y televisores que puedan aturdir al bebé.



LA Brigada Poética propone aprender del haiku a vivir de manera austera, plena y esencial, y del palíndromo a observar del revés la realidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario