“Kingdom of Automata”: el libro es mejor.
por David Jasso (crítico cinematográfico)
Confieso que cuando salí de la sala después de ver “Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas” solo pude sentir indignación. No me importa lo condescendiente que pueda ser la Crítica oficial ni el exitazo en el que el marketing la ha convertido. Es sorprendente que este blockbuster descerebrado haya llegado a ser uno de los filmes más taquilleros de los últimos años.
Hace ya tiempo que tuve acceso al material literario que ha servido de inspiración para la película (cuando todavía no era más que una pequeña plaqueta repleta de buenas ideas y con un concepto innovador) y no entiendo cómo los productores cinematográficos han sido capaces de convertir ese material repleto de sensibilidad y surrealismo en una película de acción desbocada, en la que lo único que importa son las explosiones de sonetos y las persecuciones sobre cualquier tipo de vehículo, ya sea endecasílabo u octosílabo.
Un despropósito especialmente remarcable es el enfrentamiento final entre rimas asonantes y consonantes (burdo McGuffin de la película), resuelto con una cámara nerviosa que apenas permite enterarse de los versos que se nos muestran. Para colmo el director remata la película con un delirante mensaje que apuesta descaradamente por el DRM en todos los poemas electrónicos, que es completamente contrario al espíritu del libro original.
Visto el resultado de la adaptación, comprendo perfectamente que Alberto García-Teresa (un hombre culto, íntegro y pacífico) se haya negado a que su nombre aparezca en los títulos de crédito y que haya donado el importe de los desorbitados derechos de autor a causas sociales con las que siempre ha colaborado. A destacar que todavía sigue abierto el litigio por el numeroso merchandising que la película ha generado (el juego de mesa Poemary-action ha sido el más vendido de los últimos años –y ya hay proyectos para convertirlo en un concurso de televisión–, y es frecuente ver a jóvenes por la calle con gorras-poema o a niños con lanzaversos a pilas, ¡colecciónalos todos!). El autor también exige un fin social para estos beneficios. Ya se ha sabido que el veredicto judicial no llegará antes del 2018 y que se hará público en Amazon.com a precios populares.
El libro en el que se basa la película ofrece numerosas historias independientes imbricadas en una trama mayor apenas esbozada, no conocemos detalles de los brigadistas sino de sus acciones puntuales en pro de un mundo mejor sirviéndose de la poesía para ello. Sin embargo el film se limita a seguir de forma lineal las peripecias de los seis adolescentes que conforman la brigada (tres chicos y tres chicas) y sus escarceos amorosos, en un enfrentamiento con malvados de opereta que pretenden redactar las órdenes de embargo en verso, para lo que secuestran a numerosos poetas (uno de ellos mentor de la afroamericana del grupo).
Entre las imágenes pueden encontrarse algunos rastros de los poemas originales, como la espectacular escena del tren de alta velocidad que llega puntual gracias a la ingeniosa utilización de hipálages en las traviesas (aunque en el libro se debe a la estratégica colocación de poemas en las vías, un recurso mucho más verosímil), quizás uno de los pocos momentos salvables de la película.
Eso sí, técnicamente “Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas” es irreprochable. De alguna forma se ha logrado reproducir el estilo depurado y funcional de la redacción original, sumamente efectiva; los efectos especiales son perfectos: las cuartetas están exquisitamente recreadas y se mueven con naturalidad, así como el etalonaje cromático que reproduce fielmente las emociones de los aficionados a la poesía, destaca especialmente la novedosa utilización de poemas clásicos convertidos al 3D que estallan en el rostro de los espectadores.
Sin embargo, el surrealismo del libro y su sensibilidad se han sustituido por la acción desenfrenada remarcada con inapropiadas figuras literarias y por escenas de sexo light inspiradas en poemas de adolescentes calenturientos. Una lástima que no hayan podido reproducir ni de lejos la ternura que exhala cada una de las páginas del libro.
La ironía soterrada de los textos originales, su calidez (e incluso ese toque de inocencia naif) se han convertido en chistes fáciles y referencias escatológicas, como las ventosidades rimadas que lanza el brigadista oriental (Haiku Kid) que producen las carcajadas de los más jóvenes (incluso se puede encontrar en youtube un remix de sus ventosidades al ritmo de “Coplas a la muerte de su padre”… Sin comentarios). Esa es la desafortunada forma en la que el director ha plasmado la cariñosa irreverencia del original.
Las inesperadas sorpresas que el lector encuentra en cada poema del libro (refrescantes y esperanzadoras) se convierten en la película en giros de tuerca sin mucho sentido, como, ¡Ojo, spoiler!, que el malvado resulte ser el padre de la brigadista rubia, y al mismo tiempo sea el poeta enmascarado promotor de la asonancia empresarial.
Mientras que en el libro los autómatas son una mera metáfora de una sociedad anquilosada y reprimida por sus propios complejos, en la película se convierten en seres literales (con un diseño que recuerda a los robots de Woody Allen en “El dormilón”) y parece que su finalidad solo sea perseguir a los protagonistas sobre endechas mal tuneadas. La fuerza de la bien introducida crítica social de García-Teresa se diluye en peleas aceleradas en las que los autómatas siempre acaban arrancando las camisas a las brigadistas y dejándolas en bikini. Cabe destacar que el hijo de Will Smith cumple dignamente en su papel de infiltrado entre los poetas automáticos (no habla y siempre lleva una máscara).
Eso sí, el concepto (brigadistas que usan la poesía para enfrentarse al sistema y construir un mundo más justo y vital) es tan potente que sigue funcionando igual de bien; supongo que esa es la raíz de su éxito. Y la razón por la que ahora se ha puesto de moda entre los intelectuales hablar en verso.
En resumidas cuentas: Una adaptación penosa que sin embargo proviene de un excelente material literario (que os invitamos a descubrir). La película puede servir para pasar un rato de esparcimiento intrascendente, pero el libro sirve para cambiar tu vida. Es comprensible que la Brigada poética (aun desvirtuada por su adaptación cinematográfica) se haya convertido en todo un fenómeno social y que muchos de nosotros nos consideremos brigadistas de corazón (incluso yo he sucumbido y me he comprado mi gorra-poema). Como suele decirse: el poemario es mejor que la película.
Título original: “Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas”
Productora: Universal Pictures
Año: 2012
Director: Michael Bay
Guión adaptado: Tim Burton and J. J. Abrams
Duración: 190 minutos
Basado en el libro de poemas de Alberto García-Teresa (no acreditado)
http://www.arteshoy.com/?p=4331
por David Jasso (crítico cinematográfico)
Confieso que cuando salí de la sala después de ver “Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas” solo pude sentir indignación. No me importa lo condescendiente que pueda ser la Crítica oficial ni el exitazo en el que el marketing la ha convertido. Es sorprendente que este blockbuster descerebrado haya llegado a ser uno de los filmes más taquilleros de los últimos años.
Hace ya tiempo que tuve acceso al material literario que ha servido de inspiración para la película (cuando todavía no era más que una pequeña plaqueta repleta de buenas ideas y con un concepto innovador) y no entiendo cómo los productores cinematográficos han sido capaces de convertir ese material repleto de sensibilidad y surrealismo en una película de acción desbocada, en la que lo único que importa son las explosiones de sonetos y las persecuciones sobre cualquier tipo de vehículo, ya sea endecasílabo u octosílabo.
Un despropósito especialmente remarcable es el enfrentamiento final entre rimas asonantes y consonantes (burdo McGuffin de la película), resuelto con una cámara nerviosa que apenas permite enterarse de los versos que se nos muestran. Para colmo el director remata la película con un delirante mensaje que apuesta descaradamente por el DRM en todos los poemas electrónicos, que es completamente contrario al espíritu del libro original.
Visto el resultado de la adaptación, comprendo perfectamente que Alberto García-Teresa (un hombre culto, íntegro y pacífico) se haya negado a que su nombre aparezca en los títulos de crédito y que haya donado el importe de los desorbitados derechos de autor a causas sociales con las que siempre ha colaborado. A destacar que todavía sigue abierto el litigio por el numeroso merchandising que la película ha generado (el juego de mesa Poemary-action ha sido el más vendido de los últimos años –y ya hay proyectos para convertirlo en un concurso de televisión–, y es frecuente ver a jóvenes por la calle con gorras-poema o a niños con lanzaversos a pilas, ¡colecciónalos todos!). El autor también exige un fin social para estos beneficios. Ya se ha sabido que el veredicto judicial no llegará antes del 2018 y que se hará público en Amazon.com a precios populares.
El libro en el que se basa la película ofrece numerosas historias independientes imbricadas en una trama mayor apenas esbozada, no conocemos detalles de los brigadistas sino de sus acciones puntuales en pro de un mundo mejor sirviéndose de la poesía para ello. Sin embargo el film se limita a seguir de forma lineal las peripecias de los seis adolescentes que conforman la brigada (tres chicos y tres chicas) y sus escarceos amorosos, en un enfrentamiento con malvados de opereta que pretenden redactar las órdenes de embargo en verso, para lo que secuestran a numerosos poetas (uno de ellos mentor de la afroamericana del grupo).
Entre las imágenes pueden encontrarse algunos rastros de los poemas originales, como la espectacular escena del tren de alta velocidad que llega puntual gracias a la ingeniosa utilización de hipálages en las traviesas (aunque en el libro se debe a la estratégica colocación de poemas en las vías, un recurso mucho más verosímil), quizás uno de los pocos momentos salvables de la película.
Eso sí, técnicamente “Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas” es irreprochable. De alguna forma se ha logrado reproducir el estilo depurado y funcional de la redacción original, sumamente efectiva; los efectos especiales son perfectos: las cuartetas están exquisitamente recreadas y se mueven con naturalidad, así como el etalonaje cromático que reproduce fielmente las emociones de los aficionados a la poesía, destaca especialmente la novedosa utilización de poemas clásicos convertidos al 3D que estallan en el rostro de los espectadores.
Sin embargo, el surrealismo del libro y su sensibilidad se han sustituido por la acción desenfrenada remarcada con inapropiadas figuras literarias y por escenas de sexo light inspiradas en poemas de adolescentes calenturientos. Una lástima que no hayan podido reproducir ni de lejos la ternura que exhala cada una de las páginas del libro.
La ironía soterrada de los textos originales, su calidez (e incluso ese toque de inocencia naif) se han convertido en chistes fáciles y referencias escatológicas, como las ventosidades rimadas que lanza el brigadista oriental (Haiku Kid) que producen las carcajadas de los más jóvenes (incluso se puede encontrar en youtube un remix de sus ventosidades al ritmo de “Coplas a la muerte de su padre”… Sin comentarios). Esa es la desafortunada forma en la que el director ha plasmado la cariñosa irreverencia del original.
Las inesperadas sorpresas que el lector encuentra en cada poema del libro (refrescantes y esperanzadoras) se convierten en la película en giros de tuerca sin mucho sentido, como, ¡Ojo, spoiler!, que el malvado resulte ser el padre de la brigadista rubia, y al mismo tiempo sea el poeta enmascarado promotor de la asonancia empresarial.
Mientras que en el libro los autómatas son una mera metáfora de una sociedad anquilosada y reprimida por sus propios complejos, en la película se convierten en seres literales (con un diseño que recuerda a los robots de Woody Allen en “El dormilón”) y parece que su finalidad solo sea perseguir a los protagonistas sobre endechas mal tuneadas. La fuerza de la bien introducida crítica social de García-Teresa se diluye en peleas aceleradas en las que los autómatas siempre acaban arrancando las camisas a las brigadistas y dejándolas en bikini. Cabe destacar que el hijo de Will Smith cumple dignamente en su papel de infiltrado entre los poetas automáticos (no habla y siempre lleva una máscara).
Eso sí, el concepto (brigadistas que usan la poesía para enfrentarse al sistema y construir un mundo más justo y vital) es tan potente que sigue funcionando igual de bien; supongo que esa es la raíz de su éxito. Y la razón por la que ahora se ha puesto de moda entre los intelectuales hablar en verso.
En resumidas cuentas: Una adaptación penosa que sin embargo proviene de un excelente material literario (que os invitamos a descubrir). La película puede servir para pasar un rato de esparcimiento intrascendente, pero el libro sirve para cambiar tu vida. Es comprensible que la Brigada poética (aun desvirtuada por su adaptación cinematográfica) se haya convertido en todo un fenómeno social y que muchos de nosotros nos consideremos brigadistas de corazón (incluso yo he sucumbido y me he comprado mi gorra-poema). Como suele decirse: el poemario es mejor que la película.
Título original: “Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas”
Productora: Universal Pictures
Año: 2012
Director: Michael Bay
Guión adaptado: Tim Burton and J. J. Abrams
Duración: 190 minutos
Basado en el libro de poemas de Alberto García-Teresa (no acreditado)
http://www.arteshoy.com/?p=4331
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